9.2.15

Me duele tu paso cansado, mi ritmo dormido.
Me duele la tinta ahogada y la birome en el bondi.
Me duele el mensaje tras la despedida casi como las mentiras en la cara.
Me duelen los ojos abiertos pero también cerrados.
Me duelen los caños de escape y el anciano pedaleando.
Me duele el aula.
Me duele Cecilia que no conoce la C.
Me duele la mirada de Agustina.
Me duele Lourdes que es mas adulta que niña,
me duele el Mati que no conocí.
Me duelen las luces que se prenden y apagan en la esquina y las noches sin encendedor.
Me duele que se esconda la luna al igual que la magia invisible bajo el sol.
Me duelen las risas que solo conocen luz y el llanto que se refugia en la oscuridad.
Me duele el ascensor además de las piernas, pero no tanto como el alcohol
o la sangre circulando por mis venas.
Me duele la panza con hambre, me duelen las tortas de mi madre.
Me duelen mis brazos que quieren abrazar mundo,
mi boca que quiere escupirlo.
Me duele no saber
saber lo suficiente
querer saber mas.
Me duele admitir pero mas duele aguantar.

11.1.15



el mundo está demacrado 
y hay candado pero no llaves 
y hay pavor pero no lágrimas
Mi caída sin fin a mi caída sin fin en donde nadie me aguardó pues al mirar quién me aguardaba no vi otra cosa que a mí misma.